El sol al salir, recortado con las montañas en el horizonte, se ve diminuto comparado con el astro que ilumina las tierras de Enésimo, pero el calor y la luz que emite es igual e inclusive un poco mayor.
Aún no es iluminada una parte de la ciudad, ver las luces que iluminan las casas y los edificios, que también le llenan de asombro y curiosidad, no es cosa de todos los días.
La forma de los edificios modernos, con siglos de adelanto a su civilización, lo hace creer que son castillos con hechiceros o magos avanzados muy poderosos. La tecnología que conoce es muy limitada.
Los límites de la ciudad están separados del bosque con tubos parados y divididos con franjas a los lados, para que sea revisado lo que transite y saber su figura, así la ciudad está preparada para cualquier situación difícil.
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De pronto tiene que correr, un auto se acerca a una velocidad imposible para él. Una especie de carro sin bestias que lo jalen y vuela como a tres cuartas del suelo. El suelo firme como de piedra, es lo que menos asombro le causa.
A medida que se adentra en la ciudad va descubriendo rostros amorfos o parecidos a los de algunos animales, con bocas u ojos múltiples, escasos o desproporcionados y con pieles de colores. Muy pocos se le parecen físicamente.
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