Un grupo de hombres vestidos con mezclilla y chamarras de cuero negro, portan paños en la cabeza y lentes obscuros, bromean y a carcajadas se humillan y burlan de ellos mismos, como de cualquiera que pase. En el suelo hay cerveza y tarros rotos.
Alguien camina amenazante, con su cuasiarmadura roja, tumbando cosas y lanzando objetos a los edificios. Al llegar a unas aeromotos las patea descaradamente y parece reír con sonidos extraños y metálicos. Las maquinas no sufren daños, pero es el pretexto perfecto para que los perrunos y peludos sujetos busquen problemas.
- ¡Mira, Shoko! Este tipo tumbó nuestras naves. -
- Seguramente se cree que muy valiente con su “cosaarmadura” nueva. Yo le enseñaré Loco. -
La alcanzan y uno de ellos trata de golpearla, lo evita fácilmente y lo arroja contra otras personas, todos enojados sacan sus armas y pelean. Al pasar unos minutos, aunque casi les gana, logran romper a la armadura y cae como inconsciente.
El Loco, el jefe de ellos, rasga el casco para saber quién los molesta y descubren el rostro de una chica.
- ¡Ah! – Exclaman casi a coro.
– Nadie te salvará niña. – Le grita con coraje uno de ellos.
-¡Om nomato peye! - Una figura se mete entre ellos, y con un grito expulsa a todos como juguetes. – Esperen. Alguien la obliga. – Enésimo interrumpe pensando que es a causa de un hechizo. - Está despertando, no es la responsable de esto. -
- Entonces explícamelo, porque lo que dices es pura basura y le enseñaré quién manda aquí.- Dice el Loco y pensando en la manipulación de la armadura a distancia, busca con la mirada alrededor.
- Miren, sus ojos cerrados se movían de un lado para otro, ella ve a través de sus sueños, como si estuviera físicamente ahí. – Para ÉL tiene un significado más ancestral.
- Es cierto. Lo vi en el canal de ciencia. Es la fase de… - El “quemacoco” calla al recibir un soquete, pues ya no tienen pretextos para seguir.
- A lo otra no lo cuentan niño. - Y se retiran mientras le avienta una piedrilla.
- ¿Gracias? ¿En dónde estoy? -
- No lo sé. Soy Enésimo ¿Y tú? – Le da la mano para que se levante.
- Estela, creo. – Responde todavía confundida, pero la pequeña piedra pega en el anillo y éste se enciende, transportándolos de nuevo, algunos creen que al hogar de ÉL que encontró a su pareja.
Pero esa es otra historia.
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